Pareces no entender. Nunca me miraste porque nunca me vieron tus ojos, atrapados como un perro atado a un árbol. Me miras como si fueras decente, alguien que merece mi amor. Pero solo hay un montón de cables enredados, conexiones lentas y pareces no entender. Eres ese tipo de persona. Yo no soy ese tipo de persona. Pero me haces daño igual. Un dolor viejo, como el polvo debajo de la cama, un dolor enmohecido, pegado a la piel como el sudor que no se va de la ropa por mucho que la laves. Todas esas cosas que callamos, acaban mordiéndonos la cabeza, nunca salen por la boca, ni las escuchamos en los oídos, por eso, nos comen la cabeza y carcomen el corazón, con dolor, ese dolor, del que hablaba antes. Dices que yo solo miento, tú, que solo fuiste una mentira. Tu dices que no te quiero, tú, que ni si quiera sabes sentir. Y eso lo hace más repugnante, porque aunque digas que no: eres ese tipo de persona.
Estoy cayendo con los pies pegados en el suelo, me estoy ahogando con un agua transparente como el aire. Me deshago con la misma facilidad como con la que borras mis fotografías de tu móvil, me deshago tan fácil como borras todo lo que escribí por ti, lo he perdido todo, incluso a mi mismo, pero eso nunca pareció importante.
No quiero herirte con lo que escribo, pero eres demasiado importante como para no hacerlo. Y tu con la cara muerta, quieres que muera yo también, parece no importarte, ya me mataste también.
Me esta doliendo vivir, me estoy perdiendo, respira-me o dame aire para vivir.
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